20 de agosto de 2012

La Generación Einstein vs Felipe II ....... ¿cuestión de sueño?


Mientras Jack Welch escribía sus memorias allá por el año 2000, con la jubilación ya en ciernes y la agenda tan cargada como siempre solía estar, recibió una llamada en la que su editor recriminándole que iba con retraso en la redacción.....

- Por Dios - contestó Welch- no hubo forma de hacer nada ayer. Tuve un día de locos....

El propio Welch, recordando esa conversación telefónica con su editor, escribía en esas mismas memorias lo siguiente:

"Ser presidente es una tarea de locos. El horario está programado de antemano y sabes que vas a tener ocupadas muchas horas del año, aunque se producen crisis a diario dispuestas a destrozar tu agenda. Los días se prolongan de una forma increíble, pero las horas crecen porque uno siempre está luchando por obtener más tiempo. El trabajo nunca te abandona, con independencia de lo que estés haciendo en ese momento"

Uno daría por supuesto que quien fue elegido el mejor CEO del Sigo XX tenía, entre otras muchas virtudes, el dominio del arte de la delegación y un gran equipo a su lado, pero pareciera que el problema de manejar una agenda cuando se tienen grandes responsabilidades es realmente difícil de solucionar. Puede usted pensar que lo anterior es achacable a la globalización, a la era moderna o a la gerencia contemporánea. Ese tipo de cosas. Pero, ¿es realmente así de novedosa esta problemática? ....... Seguro que conoce en alguna medida la biografía de Felipe II, el monarca español que vivió durante el siglo XVI y que fue Rey de España, Portugal, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Inglaterra e Irlanda, Duque de Milan, Soberano de los Paises Bajos y Duque de Borgoña. En la monumental biografía sobre este monarca español escrita por Geoffrey Parker se refleja que en 1558 Felipe II confesaba en una carta:

 "Si se me holvidare algo, tendrá la culpa el sueño que tengo.....a my me traen de manera lo que carga de my que no se lo que me digo ni lo que me hago....yo no sé lo que piensan de my, sino que soy de yerro o de piedra"

Cuando estaba buceando entre mis libros en busca de ayuda para ilustrar mis ideas, me llamó poderosamente la atención encontrar referencias a la misma angustia en la reflexión de dos importantes "dirigentes" con nada menos que ¡¡442 años de diferencia!!  Aunque sin duda hay marcadas diferencias en los estilos de liderazgo de ambos personajes, la referencia común es el exceso de trabajo y un elemento, el tiempo, que apenas se puede manejar. Si el gran monarca tenía esa carga de trabajo y se dormía encima de los papeles a pesar de disponer de todos los recursos humanos imaginables..... ¿qué nos queda al resto? Ya Welch hablaba de luchar contra el tiempo, pero sin duda el uso de modernas prácticas de liderazgo, incluida la delegación, fue una solución que definitivamente a él si le ayudó.
Delegar es un gran desafío pero no siempre fue una gran tentación, como se observa en el caso de Felipe II. Considero un riesgo acumular mayor número de responsabilidades sin antes comprender, asimilar y aprender a usar esa maravillosa herramienta en que puede convertirse la delegación. Los inconvenientes para conseguir implantarla y también las fortalezas si se logra son originadas tanto por quien delega como por quien recibe la delegación. Pero sería infantil no reconocer que  los primeros pasos deben corresponder a los "de arriba" quienes deben entender que, aunque pareciera contradictorio, la asunción de mayores responsabilidades en una empresa debe ir aparejada a una disminución proporcional de dosis de poder. Una paradoja con un cierto sentido que induce a asomarse a un abismo....¿preparado para ese vértigo?

Parece evidente entonces que la necesidad de delegación siempre existió. Pero la pregunta que corresponde hacerse en estos momentos es si el concepto de delegación se aplica hoy igual que en el lejano 1558 o en el no tan lejano en términos de calendario, pero si en muchos otros términos, año 2000. Quizás la Generación Einstein tenga algo que decir a todo esto. En un interesante libro del año 2006, Jeroen Boschma hace una definición de esta generación (nacidos desde 1988) que, según el autor, "lee las noticias como periodistas, mira las películas como directores y ve los anuncios como publicistas" Se comenta que la Generación X quiso cambiar el mundo, pero que la Generación Einstein lo cambiará. Quizás. No lo podemos saber.......todavía. Lo que si sabemos es que esa generación ya forma parte activa del tejido laboral y la forma de entenderse con ella es sin duda diferente a la tradicional.

En mi post anterior,  La Vida es Bella, o la magia de la coherencia....., hablaba del valor inmenso de la coherencia en una organización. Supongo que en muchos casos no existe la consciencia del daño que genera la incoherencia en las organizaciones y, sobre todo, en las personas que las integran. Tampoco creo que exista la conciencia real de lo que no delegar o delegar de forma incorrecta supone en términos de ineficiencia (malo) o de frustración (peor). Como argumentaba antes, el camino no es de una sola dirección y, aunque la actitud de quien debe ejercer la delegación es básica, no lo es menos la formación que debe otorgarse con el fin de enseñar que delegar no es abandonar una serie de tareas o funciones, ni tampoco debe suponer hacer dos veces el mismo trabajo. Cuando un niño comienza a caminar hay que llevarle necesariamente de la mano en sus primeros pasos. Poco a poco va aventurándose sólo y la evolución del aprendizaje es fantástica y más rápida que la percepción de quien enseña. No son pocas las imágenes de padres y madres que siguen angustiados los pasos de sus hijos (ya seguros de su equilibrio) esperando una caída en cualquier momento. Quizás con no perderlos de vista sea suficiente. La delegación es similar al ejemplo anterior, no abandonar el seguimiento de las tareas y tampoco estar en la espalda de a quien se le ha asignado una función.

La coherencia también está, por tanto, en la delegación. Con un modelo de cambio permanente instalado y adaptado a la realidad del mundo que vivimos, se requiere aplicar algunos conceptos que para mi tienen mucho tiempo siendo conocidos. Cuando era estudiante de economía cayó en mis manos "La Teoría Z" libro publicado en 1982 por William Ouchi. Me cautivó conocer más acerca del entonces idolatrado "método japonés" y, ya en ese momento, Ouchi reflexionaba acerca de qué características de las empresas japonesas podían ser replicadas en las empresas norteamericanas (occidentales). Algunas de ellas eran:

  • Sistema de promoción interna 
  • Inversión intensiva en capacitación y entrenamiento
  • Menores diferencias entre las personas y los roles
  • Pensar más en las personas antes de realizar cambios de procesos y tecnología
  • Privilegiar el trabajo en equipo
  • Uso de mayor número de componentes cualitativos para evaluar la organización
  • Visión holística de la organización

Los japoneses entendieron y transmitieron el concepto de delegación y, por encima de todo, potenciaron el concepto de desarrollo de las personas como elemento esencial para el crecimiento y productividad del sistema empresarial. Mucho que aprender todavía en ese sentido....

En el mundo bacteriano (al contrario de lo que ocurre en el de los seres humanos), cuanto mayor es el grado de incertidumbre, mayor es el ritmo de mutación y cambio. El resultado es que las bacterias sobreviven en el planeta más de tres mil millones de años. Una porción de la crisis económica y financiera que vive el mundo hoy se debe quizás a la poca capacidad de cambio y adaptación a las circunstancias que manifiestan los seres humanos. Pero hay buenas noticias, porque el modo de conseguir mejores resultados está al alcance de una generación que llega con una forma diferente de experimentar la vida y que dudo que se vaya a quedar dormida encima de los papeles. Quizás hagan las cosas de otra manera para conseguir mejores resultados. Un reto interesante está por delante.


Raúl Baltar